lunes, 16 de septiembre de 2013

El silencio es más que la imagen de agua
y el surco de luminosidades,
nubes de un paisaje sobre la verde sabana,
aproximación de un paraíso.
Anhelos convertidos en fuego,
la vegetal e indómita sucesión de árboles
salvajes formas.
El mismo silencio
en las manos que tejen presentimientos,
que abandonan el cuerpo y alargan la noche del solsticio.




















El Lugar de las imágenes perdidas. (2006)
La mujer está lavando sus colores
Pensando.
Se deja ir rio abajo
distraída.
Con un niño colgado en el pezón
y otro en el vientre
ella pende de la tierra.
Se dejó sembrar
se dice y revela desde adentro.
No sabe contar los días
sin la luna,
No puede ir a las montañas
ni recoger cosecha y leña.
Pero compró en el pueblo
cuentas azules y blancas
para recibir con un regalo.
Ella está pensando en semillas
que hay en un lugar remoto
y en los hombrecitos que salen de su orificio.
En la vida
piensa la eñepa.





















Me hará un surco en el ancho de mi rostro
pasa muchos sus manos
borra la expresión
me hace barro.
Guarda mis sombras
en la planta de sus manos.
Camina por las brasas para enseñar la fuerza
muestra la luna
y la infinitud.
Nos comemos la candela
en esta tregua de mundos distanciados.
Nunca seré más inasible.

Estos árboles son nuestros
por eso también todos los frutos.
Ha llegado la hora del juego de los vientos de rama
con los hombrecitos sin guayuco.
Pronto una mujer gritará “¡muchacho cuidado te caes!”.
Todos seremos de todos
los niños
/nuestros/
Este es el verano pegostoso
se oyen los rumores junto al árbol de Yopo
pienso que recogen la cosecha en el mundo de los muertos.
Soy otra que también grita para pedir.
La boca me sabe a tierra dulce
y es que la pequeña Achon me dio su mango.





1 comentario: